martes, 22 de marzo de 2022

 

Pensando en voz alta

Destellos de esperanza en la guerra de Ucrania

Manuel Sánchez de Diego Fdez. de la Riva



Ucrania ha sacudido nuestras conciencias. Las imágenes del horror de una guerra inconcebible para el ciudadano de a pie han sacado de nosotros lo mejor: nuestra solidaridad. A Polonia y a los polacos muy unidos a la palabra Solidaridad -el sindicato Solidarność- solo puedo expresarles mi admiración y aprecio por cómo están tratando a los millones de refugiados ucranianos, prácticamente todos ellos niños y mujeres que huyen de la devastación de las tropas rusas. También a taxistas de Madrid, Ong´s, a quienes fletaron autobuses desde Valencia y otros lugares de España, grupos de amigos que han organizado caravanas para llevar ayuda y volver con refugiados, familias españolas que acogieron a niños del accidente nuclear de Chernóbil y que vuelven a acoger a sus niños ucranianos… todos ellos ejemplos de generosidad y entrega. Allí donde hay un buen corazón las acciones son buenas: “por sus obras los conoceréis”. ¡Ojalá que la acogida solidaria de los refugiados sea una constante en toda Europa! Y no se trata solo de dar comida, bebida, cobijo… también cariño, comprensión y esperanza.

Esta Unión Europea envejecida en los egoísmos de sus 27 estados y numerosos grupos de interés, anquilosada en su burocracia, fragmentada en sus estrecheces de miras, amnésica con las necesidades de sus ciudadanos, debe de despertar y; creo que lo está haciendo. La sacudida de Ucrania ha movido a los dirigentes europeos -¡bien Borrell, bien!- a afrontar con decisión una defensa común y una postura firme frente al expansionismo ruso. Todo ello debería cuajar en una regeneración de Europa, para atender a lo primordial: un marco de libertad y de igualdad para todas las personas. Una esperanza que debe exportarse a todos los países de este planeta.

Un cómico venido a más, Volodímir Zelenski que es Presidente de Ucrania, ha sido capaz de darnos lecciones de valentía. Ha conseguido sacar los colores a los líderes occidentales, más preocupados por el coste de la calefacción que por la paz. Y, de alguna forma, ha logrado que Europa reaccione, salga de su zona de confort y adopte sanciones económicas que quizás nos duelan más a nosotros que a Rusia. Y esto es destello de esperanza: cuando el deber se impone al egoísmo.Aún queda mucho que hacer, porque Rusia no se puede permitir perder la batalla de la comunicación, pero en general, los ciudadanos europeos han comprendido que lo que ven en la televisión es una salvajada. Es cierto que no se trata de nada nuevo al reproducirse las olvidadas dos guerras de Chechenia (1994 y 2004), la de Georgia (2008), la anexión de Crimea y el fomento del separatismo en Donbas (2014) y la Siria (2015). Pero ahora la opinión pública occidental ha sido sacudida con tal intensidad que esperemos que la agresión se mantenga en la memoria. Nos gustaría que el pueblo ruso pueda acceder a la información plural, enterarse de lo que está pasando y actuar en consecuencia.

1 comentario:

Miriam dijo...

Estoy de acuerdo.

Está siendo admirable y por desgracia sorprendente el hecho de que Europa se haya volcado tanto con los refugiados ucranianos.

Bienvenidos...

...a este blog en donde trataremos de aportar ideas para mejorar el Estado Constitucional Español.